En los últimos años emprender se ha convertido en una palabra mágica, una especie de mantra que todo el mundo repite, donde la realidad está muy lejos de esa imagen mítica del emprendedor trabajando en su garaje. La realidad es bien distinta y hay que asumir que si vas a emprender lo más probable es que fracases.
Probablemente antes de decidir emprender un nuevo proyecto has revisado unas cuantas historias de éxito. Y muchas de ellas comienzan con cuatro amigos que juntando un poco de dinero de aquí y allá, pusieron en marcha la empresa y hoy facturan millones o la vendieron a otra gran empresa por dicha cantidad.
Pero la realidad es bien distinta, ya que la mayoría de los emprendimientos (o startups por su nombre en inglés) fracasan; pocas son las que sobreviven más de tres años. Incluso aunque consigan captar inversores y levantar diversas rondas de financiación, llega un momento en donde se necesita empezar a dar beneficios y no todas lo logran.
Pero emprender es como la lotería, te puede tocar a ti. Nos lo han vendido como algo democrático, al alcance de cualquiera. Una buena idea, mucho trabajo, muchas horas para sacarla adelante y todo es posible. Pero se necesita mucho más, una buena formación, financiación, buenos contactos y suerte, mucha suerte.
Lo que nos cuentan en las historias de éxito se parece tanto a la realidad como un cuento de Disney. Todo está pensado para atraer a los más soñadores, para hacer creer que es posible. Pero nadie nos cuenta la realidad, solo lo consiguen muy pocos. Demasiado pocos. El resto tiene suerte si acaba su aventura sin deudas.
Pueden sacar enseñanzas de esta aventura. Para muchos, lecciones para no volver a repetir los mismos errores en su siguiente proyectos. Para otros, para simplemente no volver a emprender. Lo que no cuentan es lo que dejaron en el camino. Muchas horas robadas a familia y amigos, muchas ilusiones perdidas y vivir en situación precaria durante el tiempo que duró.
No se trata de desanimarse, pero si de ser realistas. Saber que es muy complicado y que aunque nuestra idea sea buena, consigamos inversores y desarrollar el negocio, también podemos fracasar. Que vas a vivir para este emprendimiento e incluso así puede que no baste. Y además no puedes hacerlo solo. Necesitas un equipo que crea en ti y sea capaz de seguirte.
AUTOR: Carlos Roberto
FUENTE: Foro Económico Mundial