Un coach es una persona que ayuda a otras a desarrollar su potencial a través de la mente, la salud, la alimentación… Hay coaches para casi todo, pero no todos están preparados para ejercer su función. Algunos son vendedores de milagros.
Una forma interesante de abordar cualquier tema es establecer sus límites. El coaching no es una disciplina como la psicología, la biología y la medicina. Tampoco es una ciencia ni pretende serlo. El coaching no es una profesión regulada en la que uno se pueda formar de manera oficial ni tampoco un método específico. Tampoco es una terapia ni se trata de una forma de asesoramiento o consultoría. ¿Qué es el coaching entonces?
Coaching es el nombre de un movimiento formado por personas autodenominadas coaches, que utilizan una serie de procedimientos que supuestamente permiten a personas y grupos clarificar objetivos y metas, desarrollar sus potencialidades, explotar sus fortalezas, indagar sobre sus creencias y actitudes y tomar decisiones que los ayuden a desarrollar su potencial. Nada menos.
La palabra coach (entrenador, en inglés) pasó en los años ochenta del pasado siglo del ámbito del deporte al mundo de la empresa, donde encontramos una gran cantidad de personas y organizaciones dispuestas a invertir importantes sumas en intervenciones que prometen, en última instancia, aumentar sus beneficios económicos. Con el tiempo fue ampliando su campo de acción hacia otros nichos de negocio y hoy se ha convertido en una palabra que acompaña a todo tipo de «profesionales»: coaches de salud, coaches de vida, coaches nutricionales… En sentido estricto, los únicos con el derecho a ser llamados realmente así son los coaches deportivos, siempre y cuando su trabajo se limite a ejercer como entrenadores.
Para ser coach solo hace falta desearlo. Cualquier persona puede decir que es coach sin haber realizado ningún tipo de curso ni contar con ningún título. Hay profesionales de distintas disciplinas que han sumado la palabra coach a su profesión, igualándose a aquellos que sin haberse formado en absolutamente nada se hacen llamar también de esa manera. Este punto resulta incomprensible cuando el coaching no aporta nada a lo que ya sabe un nutricionista, un psicólogo o cualquier otro profesional de la salud.
Para ofrecer algún tipo de autoridad y presionar a los organismos públicos con el fin de ser reconocidos como profesión, los coaches han creado una red de organizaciones regionales, nacionales e internacionales que obligan a sus miembros a contar con algún tipo de formación, que es la otra gran fuente de negocio del coaching. No solo se gana dinero ofreciendo servicios a personas y empresas.
La otra gran fuente de ingresos tiene que ver con los cursos que organizaciones como la <span style="color: #ff6600"><em><strong>International Coach Federation (ICF)</strong></em></span>, la <span style="color: #ff6600"><em><strong>International Coaching Community (ICC)</strong></em></span> y la <span style="color: #ff6600"><em><strong>International Association of Coaching (IAC)</strong></em></span> exigen a quien quiere contar con un título que tenga su aval. Si alguien quiere presentarse como asociado de alguna de estas entidades, puede obtener el título necesario realizando alguno de los cursos que imparten academias privadas vinculadas a ellas.
Muchos métodos que no pasan el filtro de rigor
para ser enseñados en las universidades se ofrecen bajo esta etiqueta.
¿Qué clase de técnicas son esas que se aprenden en los cursos certificados de coaching y que no se estudian en ninguna de las carreras sanitarias oficiales? Basta con poner «curso de coaching» en el buscador de Internet y enseguida encontraremos la respuesta: se trata, en la mayoría de los casos, de métodos con marca registrada y de procedimientos que no se estudian en las universidades porque no han demostrado una efectividad real que justifique su inclusión en los planes de estudio: pseudociencias como la <span style="color: #ff6600"><strong>psicología transpersonal</strong></span>, intervenciones pseudoterapéuticas como la <span style="color: #ff6600"><strong>programación neurolingüística (PNL)</strong></span>, técnicas como las llamadas «preguntas poderosas» y muchas frases con las palabras éxito, superación, felicidad, transformación personal, que no dicen nada pero son muy efectivas como reclamo. Todo lo que no pasa (o no debería pasar) el filtro de rigor que se exige para ser enseñado en universidades se puede aprender en un curso de coaching sin necesidad de ningún conocimiento previo.
Es importante recordar que los coaches no son profesionales sanitarios, por lo que no pueden tratar problemas de salud física o mental. Puede haber profesionales sanitarios que se hagan llamar coaches, pero son sanitarios a pesar de ese título y no gracias a él. También es importante saber que ofrecer servicios de coaching no es ilegal, como tampoco lo es practicar reiki, prescribir homeopatía o realizar conjuros contra el mal de ojo. Las personas deben tener el derecho a gastar su dinero en lo que quieran; los gobiernos, la obligación de establecer límites a esos servicios, y tanto estos como los medios de comunicación, el deber de informar a la gente para que no caiga en las manos de vendedores de milagros.
AUTOR: Eparquio Delgado
FUENTE: El País Semanal