— consejos para un jefe —
Cuando cuidamos el bienestar de los empleados en las empresas, uno de los temas que no se pueden quedar fuera de la agenda es el estrés y sus graves consecuencias.
Este tema tan crítico no puede ser gestionado por recursos humanos o el departamento médico en forma aislada. Cuando estas áreas intervienen, ya hay un problema. Ya sea en la salud del empleado o en su área de trabajo y las acciones a tomar son reactivas.
Encuestas recientes muestran que un 62% de los empleados reportan altos niveles de estrés, lo que los lleva a sufrir fatiga extrema, falta de control en sus actividades, de atención y concentración.
Entonces, la tarea de las áreas de Recursos Humanos deberá ser formar líderes responsables de su gente ya que son ellos quienes están con las personas en el día a día.
Si formamos a los líderes (jefes) en la detección de focos rojos para atender a los empleados en forma preventiva, podemos fortalecer una cultura que promueva la salud y la productividad, que es justo lo que el negocio requiere.
¿Y cómo se empieza? Aprendiendo a observar e identificar focos rojos que indiquen que el empleado está sufriendo un problema de estrés, y atenderlo oportunamente.
¿Qué es el estrés laboral?
De acuerdo a NIOSH (Instituto Nacional de Salud y Seguridad Ocupacional): «Estrés laboral es una respuesta nociva para la salud física o emocional, misma que ocurre cuando los requerimientos del trabajo no empatan con las capacidades, recursos o necesidades de un trabajador. Es decir, se siente excedido o rebasado».
¿Cómo puede un jefe detectar el estrés en sus colaboradores?
⦿ Cambios de actitud;
⦿ desempeño inconsistente;
⦿ impuntualidad o ausentismo;
⦿ no cumplir los proyectos en la fecha acordada;
⦿ no comer saludablemente (en exceso, o alimentos de baja calidad, a deshoras);
⦿ no hacer ejercicio;
⦿ no dormir lo suficiente;
⦿ cansancio o irritabilidad;
⦿ nerviosismo;
⦿ retirarse de las juntas o de los proyectos en forma abrupta; e
⦿ incapacidad por enfermedad frecuente.
Te compartimos los siguientes conceptos que te ayudarán a poder entender cómo manejar adecuadamente el estrés y/o aconsejar a tu equipo de trabajo:
1. Conócete: Se consciente de tu nivel de estrés, así como de las situaciones que te lo provocan y pon atención. Por ejemplo, si te estresa llegar tarde a tu trabajo, revisa tu rutina para llegar puntual. Y si corres riesgos porque estás muy justo, cambia tu horario para estar cinco minutos antes.
2. Identifica cómo lidias con el estrés: Cuando estás estresado ¿a qué recurres? ¿Fumar, tomar, comer alimentos de baja calidad? ¿Pierdes la paciencia con tus compañeros con facilidad cuando te sientes saturado? ¿Cuál es tu reacción inmediata?
3. Establece reglas para los dispositivos: Por ejemplo, apaga el celular al llegar a casa. Establece reglas (horarios) para regresar las llamadas y comunícalas a tu equipo para que te apoyen en este plan, estableciendo nuevos hábitos en el uso de tu tiempo, sin perder la calidad en los asuntos de trabajo.
4. Escribe tus actividades y prioriza: Cuando estás saturado, en lugar de favorecer que las cosas fluyan, te bloqueas. Escribe una lista de tus actividades, clasifícalas entre trabajo y personales. De acuerdo a su prioridad dales un orden.
El simple hecho de escribir, ayuda a descargar toda la información de tu mente, como si limpiaras la memoria de tu computadora, ayudándote a sentirte nuevamente bajo control.
5. Asume tu responsabilidad: Sé consciente de tus niveles de estrés y de cómo los estás manejando. Tan solo este acto de asumir responsabilidad, es un gran paso en el manejo del estrés. No importa cuáles son las fuentes que te producen ese agobio (un mal jefe, demasiado trabajo, poco tiempo, etc.), la clave es identificar cómo reaccionas a ello y manejarlo en una forma más saludable y productiva.
6. ¡Tiempo fuera!: Tomar un receso de uno a dos minutos varias veces al día puede ayudarte a mantenerte productivo y con energía. Párate, estírate, respira profundo y clarifica tu mente. Cada dos horas al menos, haz una pausa de diez minutos para recargarte. Evita la tentación de trabajar durante la hora de comida o de brincártela.
7. Preocúpate por ti mismo: Ya está muy trillado, pero no hay forma de omitirlo, es lo mejor que puedes hacer para tu bienestar: come bien, duerme bien, toma mucha agua, ejercítate regularmente. No hay pretexto para decir «tengo demasiado trabajo y no me queda tiempo para mi». Tienes que hacer tiempo para ti. Agrégalo en tu agenda. Disfruta de un pasatiempo, lee un buen libro o mira una buena película.
8. Cambia tu mentalidad: Si orbitas demasiado en pensamientos negativos, es urgente que trabajes para romper ese mal hábito. Si eres perfeccionista, modifica tus expectativas y establece metas realistas. Trabaja la tolerancia hacia los errores, hacia los demás y hacia ti mismo, ya que los planes pueden fallar y modificarse.
9. Aprende a manejar el conflicto: Es más fácil decirlo que hacerlo, pero aprender técnicas para lidiar con situaciones de conflicto vale totalmente la pena. Esto implica desarrollar un pensamiento constructivo (no destructivo) en donde buscas soluciones, no culpables. Enfócate en el presente. Evita la tentación de traer de vuelta viejos resentimientos. Sobre el mismo conflicto escucha diferentes puntos de vista y forma nuevas perspectivas. Esto te hará sentirte bajo control de la situación en vez de que la situación te controle.
10. ¡Pide ayuda!: Acepta que puedes recibir apoyo de amigos, familiares y en este caso, de áreas como Recursos Humanos. Esto implica regresar al punto uno: Conócete. Y esto es, primero que nada, un ejercicio de humildad.
Para trabajar una cultura orientada a las personas, que busca la excelencia a través de su equipo humano, es indispensable que los jefes le den la importancia a estos temas y que no consideren que esto no es parte de su trabajo. ¿Quieren productividad? ¿Quieren resultados? ¡Pongan atención!
Calculen los costos tanto del presentismo como del ausentismo, los errores en proceso, accidentes, incapacidades por enfermedad, mal clima laboral, errores intencionales; en fin, la lista es amplia.
AUTOR: Patricia López González
FUENTE: GITH Talento Asesores